Un hombre que vuelve de juerga, algo
calamocano, entra torpemente por la ventana. Ve unas bragas sobre la cama y se
las coloca a modo de pasamontañas. Acto seguido, abre un estuche de manicura
que ve sobre una mesita y coge la lima metálica más grande que encuentra: la
empuña como un arma.
CHORIZO.- El
dinero.
VOZ DE ANCIANA.-
Sobre la mesita hay.
Una voz de anciana sale del cuarto de baño. El chorizo ve unas monedas
sobre la mesita. Su primera intención es cogerlas, pero le parece poco botín e
insiste.
CHORIZO.- Quiero
más dinero.
VOZ DE ANCIANA.- En
mi monedero.
El chorizo se abalanza sobre el monedero y cuenta varios billetes de
cincuenta y un cupón de lotería. Pero piensa que, si el acceso a los billetes
es tan fácil, allí debe haber mucho más dinero, así que deja sobre la mesita
los billetes. La anciana sale del baño y ambos se asustan a la par, pero ella
levanta instintivamente los brazos.
CHORIZO.- Déme
usted todo el dinero que tenga.
ANCIANA.- Socorro,
me están atracando.
CHORIZO.- ¡Chisst!,
cállese que nos pueden oír.
ANCIANA.- (Imposta sus palabras y gritos). Socorro, que me atraca un chorizo, un
criminal, un asesino.
CHORIZO.- Señora,
por favor, un poco de moderación. De acuerdo en lo de chorizo, incluso le
acepto lo de criminal, ¡pero lo de asesino!
ANCIANA.- Niñato,
si empuñas un arma blanca es que estás dispuesto a usarla contra mí.
CHORIZO.- ¡No
llegará la sangre al río!
ANCIANA.- (Acercando su cuerpo hasta tocar la lima)
¡Que me raja!
CHORIZO.- (Retirándose) ¿Qué hace, señora?, ¿está
usted loca?
ANCIANA.- ¿Se ha
atrevido a llamarme vieja loca? ¡Aahhhhh!
CHORIZO.- Con
todo respeto, yo no he dicho que sea una vieja.
ANCIANA.- Pero lo
ha pensado. Se ha quedado con las ganas de llamarme vieja chocha. Lo tenía en
la punta de la lengua. No lo niegue.
CHORIZO.- Bueno,
dejémonos de discutir pamplinas y déme todo el dinero que guarda, venga.
ANCIANA.- ¿Dinero?,
No tengo dinero. Soy una pobre ancianita que cobra una mísera pensión de cien
euros. El gobierno es un tacaño.
CHORIZO.- Y las
joyas.
ANCIANA.- ¿Qué
joyas? Me parece, tontoloco, que te has equivocado de ventana. ¡Ja, ja, ja!
CHORIZO.- ¡Me
está tomando el pelo!
ANCIANA.- Registre, registre si no me cree.
El chorizo no se fía de las palabras de la anciana, pero finalmente
registra varios cajones, mira debajo del colchón. Después, se la queda mirando
fijamente y ella levanta más los brazos. Le registra los bolsillos y le
palpa el vestido.
ANCIANA.- ¡Socorro,
que me viola!
CHORIZO.- Oiga,
que no es lo que parece.
ANCIANA.- ¡Aahhhhh!
Un sádico ha entrado en mi habitación y está abusando de mí ¡Auxílienme! ¡Aahhhhh!
CHORIZO.- Bueno,
vale, de acuerdo, señora, ya veo que no tiene joyas, pero cállese de una vez.
ANCIANA.- (Deja de gritar en seco.) Una es viuda
muy decente, y aunque tú seas un atracador, no dejamos de ser un hombre y una
mujer solos en la habitación de un hotel. Y donde está el cuerpo, está el
peligro.
CHORIZO.- (Suelta
la lima y el improvisado pasamontañas.) Mire, señora, le diré lo que voy a
hacer: yo cojo esos billetes, desaparezco por la ventana y zanjamos de una vez
el asunto.
ANCIANA.- (Haciéndoles una pequeña raja.) ¿Qué billetes?, ¿éstos?
Están marcados. Si los coges te van a cazar en cuanto salgas
de aquí.
El chorizo se ve atrapado,
y en un arrebato, se apodera del cupón de lotería como todo botín y se
precipita por la misma ventana que entró.
ANCIANA.- (Acercándose a la ventana.) ¡Pero si ese cupón está caducado! (Se oye un gran estruendo) Y encima se
cae el tontainas.
OSCURO
Javier García
Teba
Sancti Petri,
Octubre de 2009